diciembre 22, 2024

Una puntería infalible para tomar decisiones equivocadas

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A partir del miércoles próximo los ciudadanos de Ohio vacunados contra el covid podrán participar de cinco sorteos por un millón de dólares. El gobierno de ese estado norteamericano instituyó el premio para estimular la inoculación masiva, ya que le sobran vacunas y en dos semanas serán levantadas todas las restricciones impuestas a la circulación.­

Se puede pensar que esa abundancia se da sólo en países ricos, pero medios internacionales informaron de un pueblo rural de Tailandia en el que el intendente sortea vacas entre los residentes para convencerlos de que se vacunen y que en Rumania ofrecen hasta visitas gratis al castillo de Drácula con igual propósito.­

Se puede alegar que esas estrategias representan excentricidades sin peso real sobre el control de la pandemia, pero al mismo tiempo queda en evidencia que la falta de vacunas no es general como asegura el gobierno de Alberto Fernández y que los gobiernos que tomaron las medidas adecuadas para proveerse empiezan a ver los resultados.­

Fernández nunca explicó con claridad el papel de farmacéuticos amigos del poder K en el fracaso de la negociación con Pfizer, ni los contratos incumplidos por otros laboratorios. Tampoco el acuerdo «geopolítico» con la Federación Rusa que manda vacunas con cuentagotas. Menos aún los millones de dosis que prometió varias veces, pero que siguen sin llegar.­

En lugar de explicaciones lo que hay es un operativo de vacunación paralizado muy entrado el otoño, cifras vertiginosas de contagios y muertes y una cuarentena forzosa de duración imprecisa pero que nadie cree que se vaya a levantar en 9 días. La Argentina aparece en los primeros puestos de las estadísticas mundiales de mala gestión del coronavirus, mientras el Presidente aplica la misma «solución» que el año pasado produjo un destrozo económico, social, sanitario y educativo sin antecedentes.­

En los medios, la ministra de Seguridad desplaza a la de Salud. Como señal de la situación sanitaria parece difícil encontrar otra más desalentadora.­

En sus declaraciones Fernández acostumbra repartir culpas con generosidad. Un día los responsables de los contagios son los «runners», otros los médicos que se relajan, otros los niños que intercambian barbijos, otro las madres reunidas en las puertas de colegios.­

La calesita gira, pero él sabe que no lo hará indefinidamente. La sociedad entra en su segundo confinamiento harta y más deteriorada económicamente que el año anterior. Por eso intentó demorar en lo posible el encierro, pero debió ceder a la presión de Axel Kicillof que perdió hace rato la batalla con el covid en el conurbano y no puede controlar a la población.­

Los gobernadores y Horacio Rodríguez Larreta acompañaron, pero en especial este último, con reticencia y medidas diferenciadas. Tuvo que suspender las clases presenciales, pero intentó «salvar» a algunos comerciantes. La idea es diferenciarse, que el costo político lo pague el dúo Fernández-Kicillof.­

El oficialismo había apostado para las elecciones al operativo de vacunación y al rebote de la economía. El primero acaba de tropezar mal. La vuelta al confinamiento tendrá además inevitables consecuencias económicas.­

Fernández no quería subsidios para no echar más nafta al fuego de la inflación, pero ahora deberá reconsiderar la idea. Si las estadísticas de desempleo, pobreza e inflación eran negativas, no parece posible que mejoren en medio de un segundo confinamiento sostenido a fuerza de emisión monetaria.­

Por otra parte, toma también decisiones como la de la prohibición de las exportaciones de carne que son, además de globalmente perjudiciales, inútiles en materia de lucha contra la inflación.­

La medida ya causó una devastación en el sector durante el gobierno de Cristina Kirchner y de mantenerse provocará quebrantos a los frigoríficos y pérdidas de puestos de trabajo. La resolvió la secretaria de Comercio, a la que los «Precios Cuidados» le crecen insólitamente más que la inflación, y el Presidente la bendijo de la misma manera que bendijo el congelamiento de tarifas de electricidad que dejó con un pie afuera del gabinete a Martín Guzmán. El anuncio sorprendió al ministro de Agricultura y, por supuesto al sector, al que se le habían anticipado que el Gobierno no tomaría medidas inconsultas.­

La idea es presionar a la baja los precios de la carne con fines electorales, pero si al mismo tiempo se aumentan los combustibles dos veces por mes, difícilmente funcione. En realidad el verdadero objetivo de la medida es confrontar contra el campo, algo que también fracasó pero que es un reflejo condicionado para Cristina Kirchner. Si no puedes bajar los precios, busca un «culpable», piensa la vice y sigue adelante. Y este es su tercer gobierno. Tan mal no le ha ido con esa receta.­