diciembre 22, 2024

Un gobierno con una pasmosa capacidad de cometer errores

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En el Congreso quedó a la vista que el kirchnerismo trabó la llegada de vacunas Pfizer que podrían haber evitado muertes y cuarentenas. El «aporte» de la AFIP a la campaña electoral.

Si el Gobierno va a ser juzgado en septiembre próximo sobre la base de su desempeño en la pandemia o del manejo de la economía no debería descartar un aplazo, a pesar de la histórica tolerancia que el electorado tiene con el peronismo.­

Fernández ha cometido una asombrosa cadena de errores e incoherencias que lejos de rectificar, profundiza. A lo que hay que agregar que su capacidad para cambiar de rumbo a esta altura es cero.­

Ante las denuncias de Patricia Bullrich sobre posibles sobornos que impidieron a Pfizer entregar vacunas en el país, el gerente de la empresa fue a la Cámara de Diputados y sostuvo que el kirchnerismo le había puesto una traba legal que impidió cualquier acuerdo.­

Dejó en claro que con la introducción del término «negligencia» en la ley sobre responsabilidad económica de los laboratorios, la provisión de vacunas se volvió imposible. También aclaró que la empresa se había comprometido en julio de 2020 a entregar a la Argentina 13,2 millones de dosis, 8 millones de las cuales debían estar disponibles a fines de este mes.­

Como concluyó sin mucho esfuerzo una diputada de la oposición el país podría haber dispuesto de 8 millones de vacunas para evitar un desastre sanitario y humano con cifras sobrecogedoras. Mientras el debate se producía en Diputados, la Argentina estaba en el «top ten» mundial de contagios precedida por Italia, país con 60 millones de habitantes. En materia de muertos estaba en el puesto 12, precedida por Alemania que tiene más de 80 millones de habitantes, casi el doble que la Argentina.­

La palabra «negligencia» ya había sido rechazada por Pfizer en la negociación con el Ejecutivo, no figuraba en el texto original del proyecto y fue introducida en la ley por la diputada Cecilia Moreau, tributaria de Sergio Massa. Sacaba a los norteamericanos de la cancha que quedaba despejada para la vacuna patrocinada por un farmacéutico ligado al kirchnerismo y la Sputnik rusa que envasará otro empresario también ligado al oficialismo que fue alertado sobre el negocio por el ministro de Salud bonaerense. Para que quedara claro que no se daría luz verde a las vacunas norteamericanas, el diputado Pablo Yedlin agregó con todas las letras: «No es necesario cambiar la ley».­

Por su parte, la diputada ultra K Mara Brawer dijo que «no se necesitaba» la vacuna de Pfizer. Lo dijo mientras el Gobierno se veía obligado a soportar un desgaste político colosal por las restricciones que hunden impiadosamente la economía. Prohibiciones dictadas ante la magnitud alarmante de la segunda ola de muertes y contagios y que el viernes fueron abandonadas -ante la sorpresa general- por Axel Kicillof aunque la situación sanitaria no cambió sustancialmente. Un giro del gobierno de científicos sólo atribuible a la recuperación del olfato electoral.­

En suma, las impactantes declaraciones de Pfizer confirmaron la sospecha sobre los opacos manejos del Gobierno ante una tragedia sanitaria histórica. Su insistencia en rechazar las vacunas norteamericanas sólo sirvió para ponerles el moño a las denuncias.­

Más allá del trasfondo farmacéutico, la exclusión de los norteamericanos tiene «cobertura ideológica»: es coherente con las decisiones en política internacional que bendice el Instituto Patria. Como dijo Ginés González García en octubre pasado, la selección de la vacuna se hacía no sólo con criterio científico, sino también «geopolítico».­

A la mala gestión sanitaria, el Presidente añade una gestión económica errática y contradictoria. El martes lanzó un plan («Super Cerca») de precios máximos que en varios casos resultaron superiores a los que ya había en las góndolas.­

Pero el récord semanal de patinazos lo tuvo la AFIP con al pretensión de cobrarle a los monotributistas el impuesto en forma retroactiva. En momentos en que el Gobierno destroza las variables macro con subsidios masivos a la energía, suspensión de exportaciones para bajar el precio de la carne y otras medidas electorales para recuperar el voto de la castigada clase media, a la AFIP no se le ocurrió nada mejor que cobrar impuestos retroactivos que afectan a millones votantes de ese sector y no afectan sustancialmente la realidad fiscal.­

En este caso hubo rectificación, pero el desacierto muestra el grado de improvisación e incoherencia por falta de plan económico, ese que supuestamente estaba en el presupuesto y quedó inservible con una inflación del 50%. También por la balcanización en la toma de las decisiones económicas, un área que ha sido loteada.­

Frente a este panorama, que Fernández cite mal o inoportunamente a Octavio Paz, que ofenda a los brasileños o se enfrente con el gobierno peruano por reconocer a un presidente que todavía no fue proclamado es «peccata minuta». Una muestra de que es un improvisador impenitente e imprudente. El problema político está en otro lado: en su gestión, regida por el azar y la desorientación.­