Poco se sabe de la chispa original que desató las manifestaciones del domingo 11 de julio en Cuba. No es que no existieran tensiones los días anteriores, múltiples eventos contrarios al régimen se vienen acumulando desde que la teta de Venezuela se secó, agravado por las consecuencias económicas de la crisis covídica que terminó de vaciar las magras arcas dela dictadura más parasitaria jamás inventada. Agrupaciones de artistas, familiares de víctimas, testimonios deyoutubers, imágenes y videos subidos en vivo que escaparon a la censura dan cuenta de la marea de rabia, miedo y desesperanza que estalló hace una semana y que no para de crecer.
Recorrió entonces el mundo el #SOSCuba, un pedido de auxilio que flotaba tanto en las eternas filas para conseguir comida, como en las dramáticas calles donde los niños despellejan a un gato para alimentarse. El rebote fue inmediato, se sumaron San Antonio de los Baños, Palma Soriano, La Habana, Trinidad y 40 municipios más. Las imágenes sacudieron al planeta en horas: las marchas, los choques contra las fuerzas represoras del Estado y la violencia desatada contra quienes gritaban «libertad».Los videos de golpes y torturas y la lista de desaparecidos son la tendencia permanente en las redes.
Entonces el régimen fue también contra su peor enemigo: internet. Un desencajado Díaz-Canel agravó las señales de prepotencia y mandó a bloquear redes sociales y apps de mensajería, a las limitaciones de Facebook, WhatsApp y Twitter se sumó YouTube. Quienes logran conectarse deben hacerlo a través de las VPNs pero cada vez es más difícil saber qué pasa en la isla. El perverso dictador salió por televisión con una nefasta consigna «la orden de combate está dada, a la calle los revolucionarios», animando a las fuerzas de choque parapoliciales a salir a ejecutar manifestantes.El panorama de Cuba hoy es la tragedia de un pueblo solo, al que el mundo ha abandonado.
MAQUINARIA INFERNAL
Durante más de 6 décadas la dictadura castrista fue un éxito rotundo en su objetivo de generar un esquema de poder tan sólido que pudiera, incluso, recaer en un burócrata:la etapa actual es un castrismo sin Castro, una maquinaria infernal sin límites. El engaño disfrazado de revolución que triunfó en Cuba fue la usina de terrorismo que asoló a Hispanoamérica y que se exportó a Africa. No interesa que no funcionara la economía ni ningún otro aspecto de la gestión, se sabe que el comunismo no funciona de ninguna forma y que no hay manera racional de decir lo contrario. Pero lo que en Cuba triunfó fue un espejismo durante 60 años y su éxito se transcribe, justamente, en la vigencia del régimen y en su apoyo internacional.
En 1959 comenzó el engaño basado en la creencia de que el clan Castro no era comunista. Una mezcla de mala praxis, ingenuidad y especulación política que le permitió a Fidel la creación de un Estado soviético en las narices mismas de Estados Unidos. Si el 17 de abril de 1959, en Washington, Fidel Castro decía: «Con respecto al comunismo, solo puedo decirles una cosa: no soy comunista», el 1 de diciembre de 1961, gritaba a viva voz en televisión: «Puedo decir con satisfacción plena que soy marxista-leninista y lo seré hasta el último día de mi vida».
La consolidación del régimen marxista en Cuba contó no sólo con la fundamental subvención soviética durante sus tres primeras décadas, sino con la complacencia y hasta la simpatía de Occidente que compró una épica infame que le permitió subsistir hasta nuestros días.
Al caer la URSS, Cuba no siguió la ruta de liberación de otras naciones comunistas, resistió su peor crisis económica, formuló un nuevo modelo de centralidad diplomática con el Foro de Sao Paulo y se transformó en una nave nodriza del socialismo occidental. Pero sin los fastuosos desembolsos soviéticos, Fidel vio peligrar su reino ya que la estructura de burocracia, espionaje y represión no produce más que miseria. A su modelo de negocios a base de remesas, narco, redes de prostitución y esclavos disfrazados de servicios médicos se sumo la colonización de Venezuela. La naturaleza parasitaria del comunismo cubano siguió su curso.Pero ahora esa cantera también se ha agotado y nuevamente la miseria empuja a los cubanos a la calles como en aquel olvidado Maleconazo de 1994. ¿Qué caminos tomarán los tiranos para sobrevivir? Muchos analistas sugieren que el castrismo podría abrazar una fórmula símil China, un modelo de mercado con una sociedad civil castrada y ultravigilada.
EL VIRAJE ES DUDOSO
La longeva dictadura cubana viene dando sobradas muestras de adaptación y de que no repara en medios para perdurar, pero es dudoso que pueda virar al comunismo asiático. Hacia los años 80 Fidel intentó una ley de inversiones extranjeras y diez años después dio cabida a las empresas mixtas con inversores extranjeros, pero esa implementación ha sido errática y escenográfica, y nunca las reformas ensayadas (como la monetaria de 2020, de Díaz-Canel) reflejaron un crecimiento económico. En otras palabras, Cuba no quiso o no pudo, a lo largo de los años y las crisis, modificar su modelo económico hematófago. Tal vez la figura de Fidel fue tan corrosiva que impidió el surgimiento de un Deng Xiaoping caribeño. La nomenklatura cubana no es la china, y los esquemas de liberalización económica no le han convenido al comunismo cubano.
La otra vía de subsistencia que queda es la de cambiar de víctima para parasitar. En este sentido, el pronunciado regreso al comunismo de Hispanoamérica deja en carne viva muchos países con recursos suficientes como para mantener a la garrapata viva.Desde que Venezuela se transformó en una herida de la que huyeron más de 5 millones de personas, el terrorismo urbano exportado por el chavismo viene gestando ataques en Chile, Colombia, Bolivia, Perú, Ecuador. Se suceden las presiones para acabar con las democracias liberales y las constituciones republicanas y cada vez más mandatarios se reconocen amigos íntimos del castrochavismo.
La Cuba que tortura, mata, hambrea y desaparece personas cuenta con el aval y la justificación de los entenados de siempre, pero, escandalosamente, tiene un tratamiento de complacencia soft entre quienes se supone comparten los valores de la libertad, la propiedad y la democracia plena. Sin estos cómplices larvados, la dictadura cubana no hubiera sobrevivido. La falta de condena y el amparo internacional no son menos culpables de estas décadas de locura criminal.
De estos últimos, de los cómplices larvados, hay varios tipos: están quienes niegan que Cuba sea una dictadura, así, sin remilgos. También están los que usan sofismas para no decir la palabra prohibida y nombran a la dictadura con un profiláctico «el gobierno cubano». Es más: en el grupo de los larvados hay verdaderos gusanos que instan al diálogo entre la tiranía decana y sus víctimas desarmadas. Hay quienes piden moderación a los que están desarmados en las calles, hay quienes dicen que las protestas son por las vacunas tratando de desviar vilmente la causa, hay quienes culpan a un bloqueo que no existe para ver si pueden patear la pelota afuera. Este nutrido ejército de hipócritas que esquiva las evidencias y la historia es lo que viene prevaleciendo en la mayoría del mundo libre respecto de Cuba.
¿ALGO BUENO DEL INFIERNO?
Por tanto, si bien es vergonzoso, no resulta para nada extraño el posicionamiento de tantos políticos y figuras públicas respecto de los sucesos de la última semana en Cuba. Una parte muy considerable de nuestra dirigencia considera el régimen criminal castrista algo aceptable, entrañable, asimilable, dialogable y aplaudible. Algunos incluso se toman el trabajo de admirarcosas, rascan en el fondo de la olla para sacar algo bueno del Hades y apelan a imbecilidades como la pobreza digna, la medicina, su alegre música o su tenaz resistencia al imperialismo. Existen, y moran entre nosotros, quienes dicen que Cuba no es una dictadura sino una «revolución en proceso de evolución», y además justifican el genocidio porque los Castro no han firmado tratados internacionales de derechos humanos (de suerte tal que no resulta tan grave que los violen).
Para el grupo de los cómplices larvados no puede aceptarse la excusa de la ignorancia de los hechos históricos ni de la coyuntura presente. Hay niveles de cinismo que infectan hasta a quienes los escuchan silentes. Quienes no condenan la dictadura cubana y a sus perpetradores simpatizan en alguna medida o con la tiranía o con su forma de ejercer el poder, NO HAY OTRA.
Y esto no es un dato menor porque son nuestros países y nuestra entera región la que está en peligro. ¡Y a nuestros políticos no les parece un régimen condenable! Los que se rasgan las vestiduras diciendo que el peligro es Venezuela prefieren hablar del síntoma y no nombrar la enfermedad. Si la clase dirigente es tan idiota o tan malvada, si tienen tal nivel de desconocimiento y tan mal diagnóstico no merecen ser clase dirigente. No tiene tantas vueltas el razonamiento.
Si la comunidad internacional no pide la urgente caída de la dictadura cubana por una simple cuestión de valores, debería pedirlo en defensa propia, porque nuestro sistema de libertades está permanentemente amenazado por el comunismo parasitario. Para ponerlo más claro: si el castrismo asesino se mantuvo por más de 60 años no fue sólo por el descomunal éxito ideológico e institucional dentro de su territorio. Los hermanos Castro han sido una máquina aceitada de elaborar estrategias para mantenerse a flote recibiendo el aval, el respeto, la admiración y la simpatía hacia su pútrida revolución.
Pocos minutos en un buscador de internet pueden dar cuenta de los abrazos y sonrisas que los políticos han intercambiado con los asesinos. Un repaso rápido por las condolencias por la muerte de Fidel pueden revolver el estómago de alguien con un mínimo de ética. Algunos grandes amigos han sido el socialismo español, gran aliado con Rodríguez Zapatero a la cabeza. El ex presidente Barack Obama avalando al régimen mientras que por su visita se detenía arbitrariamente a 526 personas y se reprimía ferozmente a las Damas de Blanco. El alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores Joseph Borrell, quien osó rechazar las sanciones que Estados Unidos impuso al régimen por las usurpaciones a propiedades americanas convirtiéndose en propagandista de la mentira del bloqueo. El Papa Francisco que se reunió con Fidel para intercambiar libros, entre abrazos y sonrisas, sin dar una mínima palabra de apoyo a quienes reclamaban libertad y dignidad. La Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, amiga personal del sangriento dictador Fidel, que esta semana hizo contorsiones propias del El Exorcista, en su denodado esfuerzo para mirar otro lado mientras Díaz-Canel pisaba frente a cámaras los Derechos Humanos en Cuba.
ESCUELA DE TERRORISTAS
De los políticos latinoamericanos ni hablemos porque no terminamos más. En la década de los 60 y 70, Cuba fue escuela y cobijo de la guerrilla marxista que buscó instalarse en todo el continente. El flujo de políticos latinoamericanos hacia la isla nunca se detuvo y casi no tiene excepciones. La Argentina es, tal vez, uno de los casos más patéticos. Luego de la Crisis de los Misiles, representantes de los distintos movimientos terroristas de América Latina recibieron instrucción militar para volver a sus países de origen e instalar allí focos guerrilleros. El magistral libro deTata Yofre Fue Cuba cuenta los detalles escalofriantes del proceso de sovietización que la isla exportó, con civiles militarmente preparados para tomar el poder en sus países a sangre y fuego.
Ante este panorama se engrandece el coraje de cada cubano que, con las manos vacías de armas y de comida, pide la caída de la dictadura.
En el corto plazo se hace difícil ser optimista, el pueblo cubano tiene el peor panorama geopolítico, sin presión de los ciudadanos de a pie, ningún mandatario querrá defender a las víctimas. Pero si bien es cierto que la represión asesina puede sofocar las marchas,el sólo hecho de que se haya perdido el miedo y que la inteligencia cubana no haya podido prever lo acontecido es signo de que va a volver a pasar.
Por eso en el largo plazo, el pueblo cubano y sus hermanos en el exilio, que se han mantenido firmes y no han dejado que se olviden los crímenes de lesa humanidad, deberán reorientar sus esfuerzos y acciones a exponer las atrocidades. Para que caiga el régimen, primero debe caer el espejismo de larevolución soñada, ese mito de marketing y comunicación al que Fidel dedicó su vida. Fue gracias a la denuncia y la presión que el Parlamento Europeo calificó como «esclavitud moderna» a las misiones de medicos cubanos, ya ningún país puede volver a mandar dólares al régimen mediante ese mecanismo que tanto defendió, por ejemplo, el kirchnerismo.
La exposición de la crueldad inhumana es un arma eficaz, también en el largo plazo, no podrá la dictadura volver al ostracismo permanente y anular por siempre internet. Por cierto ya nadie con dos dedos de frente se cree las mentiras sobre el bloqueo, la medicina cubana, la educación de calidad. Ya todos sabemos que el hambre reina en el paraíso igualitario. Está en los libres del mundo denunciar, machacar y minar a la dictadura todos y cada uno de nuestros días hasta que caiga.
La estrategia mendaz que implica no llamar a las cosas por su nombre complica la defensa de los valores democráticos, entre otras cosas porque impide distinguir la democracia de la tiranía. También queda en manos de los libres del mundo repudiar y no votar jamás a quienes usan la lisonja de no decirle dictadores a los dictadores y dictadura a las dictaduras. La única salida está en que los libres del mundo que no dejarán solo al pueblo cubano.
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